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Ocho meses

  • Foto del escritor: Jesse Villalba
    Jesse Villalba
  • 1 nov 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 7 mar 2021

Ocho meses después y aquí estamos, a punto de regresar al punto de partida. No nos basta con ver el estado en el que se encuentra nuestro país y nuestro sistema de salud a pesar de que lo hemos venido criticando desde siempre. No nos basta con ver a los países del primer mundo con este asunto totalmente fuera de control. No nos basta con las recomendaciones, los protocolos y saber que aún falta mucho por descubrir del mentado bicho.


Fuera de hipondrías y de fomentar paranoias, a estas alturas del partido ya deberíamos tener claro que, independientemente de si nos va a dar a todos o no, o que la gran mayoría no presentará síntomas o les serán muy leves, hay gente grave que está muriendo en los hospitales. ¿Por qué esa necedad de comprobar de qué lado de la estadística estarás? ¿Por qué la poca empatía hacia los que sí han decidido limitar sus salidas a cuestiones básicas como comprar comida o a trabajar? Entiendo que este es un país muy dispar en cuestiones económicas pues mientras algunos tienen los medios para ver “el shopping” o la reunión casual como una actividad esencial otros tienen que salir a ganarse unas monedas para librar la comida del día y ni para un cubrebocas tienen, menos para una botella de gel antibacterial que, dicho sea de paso, triplicó su costo a partir de la escases en las tiendas.


Y sí, también es una cuestión de contextos, de estilos de vida y de alimentación. Pero vayan ustedes a saber qué sorpresas nos tenga esta enfermedad que más adelante nos digan que ya no son solo personas de la tercera edad, diabéticos y personas con ciertas enfermedades crónicas. Aunque son menos en comparación, cada vez salen a la luz más casos de niños y jóvenes presentando problemas graves de salud, así que no todo está dicho aún.


No es una cuestión de subirte al tren del mame y de señalar por señalar. Eso se acomoda mejor en cuestiones irrelevantes de redes sociales. Este es un asunto mundial que requiere el mayor esfuerzo de todos limitándonos a seguir las reglas para ganar tiempo. Las teorías conspiratorias salen sobrando cuando la enfermedad está cada vez más cerca de tu casa y ya no es “en aquel país”, sino “el tío de mi amiga” o “el vecino”.


Probablemente muchos de los que rogamos por un poco de empatía de los demás habremos caído en contradicciones al salir “aquí en cortito” cuando sabemos que hay herramientas para evitarlo en gran medida, pero por lo menos sigamos todos los protocolos al pie de la letra y hagamos todo lo posible por mantener la distancia y usar el famoso cubrebocas lo más que se pueda y no solo para cumplir con “el cover” para entrar a un lugar. Dejemos de ser tan egoístas. Todos queremos regresar a nuestra vida de antes. Todos queremos salud para nuestros seres queridos. Todos queremos regresar a los bares. Pero no es justo que porque otros no le tengan miedo a la muerte los demás tengamos que pagar las consecuencias. Tantita madre, por favor y gracias.

 
 
 

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